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jueves, 24 de septiembre de 2009

Cualquier semejanza es coincidencia... Arriba hasta la Luna nos observa con callado escándalo.


“...también nosotros nos cegamos con el poder y con el prestigio hasta olvidar nuestra fragilidad esencial: con el poder pactamos todos, de buena o mala gana, olvidando que todos estamos en el ghetto, que el ghetto está amurallado, que fuera del recinto están los señores de la muerte, que poco más allá espera el tren.“

Adolf Eichmann
Corre libre el viento por nuestras llanuras,
eterno bate el mar vivo nuestras playas.
El hombre fecunda la tierra, la tierra da flores y frutos:
vive con dolor y alegría, espera y teme, procrea dulces hijos.
…Y tú has llegado, nuestro precioso enemigo,
tú, criatura desierta, hombre rodeado de muerte.
¿Qué sabrás decir ahora, frente a nuestra asamblea?
¿Jurarás por un dios? ¿Cuál dios?
¿Saltarás en el sepulcro alegremente?
¿O te lamentarás, como al fin se lamenta el hombre laborioso
al cual la vida le fue corta para su arte demasiado larga,
de tu triste tarea no cumplida,
de los trece millones aún con vida?
¡Oh! hijo de la muerte, no te deseamos la muerte.
Que puedas vivir tanto como nadie jamás ha vivido:
que puedas vivir insomne cinco millones de noches,
y te visite cada noche el dolor de los que vieron
cerrarse la puerta que impide el camino del regreso,
crecer las sombras en torno, cargarse el aire de muerte.
(20 de julio de 1960) Ad ora incerta.

"...mira/ de reprimir el asco y el fastidio/ de nuestras dudas y certezas./ Jamás hemos sido tan ricos, sin embargo/ vivimos en medio de monstruos embalsamados,/ de otros monstruos obscenamente vivos./ No te aflijas por los escombros/ ni por el hedor de las descargas: nosotros/ los hemos limpiado con nuestras manos desnudas/ en los años en que teníamos tus años./ Aguanta la carrera, haz tu mejor esfuerzo. Hemos/ peinado la cabellera de los cometas,/ descifrado los secretos de la génesis,/ pisado la arena de la luna,/ construido Auschwitz y destruido Hiroshima./ Ves: no permanecemos inertes./ Resígnate, perplejo;/ no nos llames maestros." (24-06-86, traducción de Jeannette L. Clariond ).

Primo Levi

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