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sábado, 30 de mayo de 2009

grito de halcón


Estás porque estás
Aquí o en Puerto Príncipe / Haití
Angostura
O el río de la Plata:
Bañado de angustia el horizonte

Sin primavera
Después del nacimiento
Del cosmos

De la libertad

Con un grito de halcón
A tus espaldas

Orinoco y Amazonas
En esta realidad acuosa
Del destino

Para pensar azul
Océano Atlántico

Derek Walcott, poeta de Santa Lucia

El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
...
Derek Walcott, EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR

Concentración de cigarras


Avanza el despliegue
Del día
Con una gran
Concentración de cigarras
Para bien del universo

Una catarata de luz
Para inundar
Todo lo oscuro
Que poseemos

Pascua / Resurrección

La grandeza de la vida
Llevada al máximo
Esplendor
Por una carne

Ahora sabes
Que está por
Siempre
A tu lado /A mi lado

La victoria de
La alegría
De la respiración

La grandeza
Del amor

Ko Un: “pero después, espero liberarme y terminar mi vida entre las brisas de una isla española en el Atlántico, en las Canarias”.



Ko Un
“La palabra que más me gusta en español es ‘amigo’”

Ko Un, el poeta más célebre de Corea y uno de los más admirados de Oriente, protagoniza mañana, coincidiendo con ARCO, un Seminario sobre Literatura coreana en el Círculo de Bellas Artes junto a Antonio Colinas y Clara Janés. En esta entrevista con Colinas, Ko Un le confiesa que confía en ver la reunificación de las dos Coreas, “pero después, espero liberarme y terminar mi vida entre las brisas de una isla española en el Atlántico, en las Canarias”.
Detrás de la abundante obra de Ko Un (1933) se encuentra una vida no menos intensa. Diez años en un monasterio budista, y su posterior compromiso con la política de Corea del Sur, son algunas de las vivencias más notables. ¿Cómo las integra en su poesía?

–Mi vida empieza como un dialecto del universo que se ofrece a mi poesía como verdadero espacio y reino poético. La luz fue siempre para mí como el alimento del hambriento, de manera que, sin menospreciar la inspiración, que prevalece por encima de todo, sí que ha habido momentos en los que he identificado vida y literatura. Mi paisaje interior de hace 50 años, cuando tras sobrevivir a la guerra fui monje budista, está presente en mis primeros poemas. Cuando en los 70 nos lanzamos a las calles en busca de la democracia, mi literatura, que se enfrentaba con la dictadura, soñaba también con ser su música. A raíz de eso, creo haber dicho en el “New York Times” que la poesía es la “música de la historia”. Las mariposas abandonan la flor tras polinizarla, pero lo mismo que la vida influye en mi literatura, también mi literatura influye en mi vida.

Obsesión por la palabra
–Algo que sorprende en su poesía es su cantidad de tonos y registros. ¿Prefiere alguna etapa concreta, se arrepiente de alguna?
–Mi obsesión por el verbo ha sido constante, y sigo sintiéndome frustrado por su escasez. En los años 80, mientras estaba en prisión, memoricé todo un diccionario, que, nada más salir, comenzó a huir de mi cabeza. Mis miradas siempre se dirigen a los ángulos de una cosa, porque una montaña son múltiples montañas, un objeto no es uno sino más de dos, con sus misterios y su impenetrabilidad. ¡En qué infierno viviríamos si todos los objetos del mundo fueran únicos y mi poesía deambulara en soledad como un fantasma! Hoy mi espíritu mira sin congoja el pasado, mis otras existencias y el futuro porque he preferido dejar mi vida no en un punto del tiempo sino en su discurrir. Tengo también mucho de qué arrepentirme, pero me consuela pensar que es un sentimiento que dura más que la reflexión y, aunque me desazona haber malgastado tiempo, esa precariedad es lo que, al fin y al cabo, ha terminado abonando mi poesía.

–¿Cómo ve, desde la altura de sus setenta y tres años, su obra?
–A veces me vienen diez poemas de una vez. En realidad, no soy yo el que los escribe, son ellos los que vienen. Sin embargo, hay veces que resulta imposible. Entonces me siento como un discapacitado o un cha-
mán al que han abandonado los espíritus, aunque incluso estos periodos son significativos para un poeta. Ahora hay tras de mí poemas que me apremian para que los transcriba, pero a veces no he podido escribir más de un poema en un año. La poesía, más que del lenguaje, proviene del silencio, y yo no soy más que la esquina por donde se asoma.

–Entonces, ¿qué es la poesía?
–Definir la poesía tiene sus riesgos y hay que ser precavidos. Para mí, la poesía es la razón de mi existencia; y mi deseo, reproducir en ella tanto corrientes de realidad como ecos de ausencias. La poesía no es un viaje con un destino concreto, que sería la muerte, sino la misma libertad. Lo que pretendo es integrar lírica y prosa. Hablando en términos orientales, armonizar los sentimientos con los hechos. De ahí que la poesía sea lo absoluto y, por tanto, también lo prosaico. La lírica de mis poemas anhela su prosa y mis largos poemas narrativos sueñan con el lirismo como fuente, de manera que, si en un verso hecho poema puede concentrarse toda la épica del mundo, un texto narrativo de treinta volúmenes sin cadencias líricas no puede ser más que un desierto literario. Personalmente, concedo un sentido limitado a la contemporaneidad y a la patria, porque intento generar a través de mi poesía una estética dentro de la magnitud de la historia. Aspiro a enfrentarme al mundo y envidio al sol.

–Oriente y Occidente parecen querer aproximarse hoy más que nunca, pero ¿qué es lo que una cultura busca en la otra? ¿No estaremos aproximándonos en nuestros defectos –desarrollismo desaforado, consumo, contaminación– ignorando lo más importante, esa sabiduría que viene de muy atrás?
–La división Oriente-Occidente viene de una distribución artificial del espacio de no hace demasiados años. Aún quedan algunos lugares del mundo en los que tendencias ultraderechistas proclaman la pureza de sangre, inconscientes de que es imposible generar cultura sin encuentros ni puntos de fricción. Sin embargo, el fenómeno de la globalización actual, en su afán de unificar los mercados, está poniendo en peligro las variedades culturales, su identidad, además de deteriorar su capacidad creativa. En las civilizaciones actuales, el ser humano se ha convertido en bien y medio de consumo, y la naturaleza, su objetivo para desarrollar. Frente a esta violencia social, la sabiduria de nuestros antepasados no deja de ser más que una nebulosa. Nuestros conocimientos no son lecciones para guardarlos en la memoria sino la energía para poderlos llevar a cabo. Es preciso recuperar aspectos culturales como el panteísmo o la trasmigración de las civilizaciones pasadas, tanto de Oriente como de Occidente, y darles el estatus cultural que merecen.

–Estuvo en Salamanca no hace mucho, ahora regresa a Madrid, ¿qué piensa de España y su cultura?
–En español, la palabra que más me gusta es “amigo”. También me gusta mucho la palabra “soñador” porque yo quisiera ser eso, un amigo soñador de España, país de conquistadores que supo volver la mirada hacia sí y vencer las dificultades de una modernidad llena de complicaciones para convertirse en una nueva posibilidad de nuestra historia mundial. Mi reencuentro con usted ha convertido la ciudad de Salamanca en una flor en el horizonte, y si a Rilke lo enamoró Toledo, para mí Salamanca es el silencio en el que albergan las hondas pulsaciones del pasado.

–Volviendo a su obra, en ella se aprecia un viaje interior más allá de las profundas vivencias por las que ha tenido que pasar. Hay también una gran preocupación por la paz mundial, que ha fomentado desde la Fundación budista Manhae...
–Hay un dicho coreano que dice que al que no lee le brotan espinas en la boca. En mí el conocimiento nunca ha implicado esfuerzo, más bien ha sido siempre un maravilloso juego. Por otra parte, es un deber hablar de la paz en Corea por ser un país con un armisticio de por medio, a veces, demasiado frágil. Además, un poeta es siempre hijo de la paz y la ecología, a pesar de que las historias de la literatura universal están llenas de poetas que cantaron a la guerra. Deberíamos estudiar más el mundo de Hesiodo en vez de a Homero y eliminar de los textos escolares, las hazañas de Napoleón.

–Hablando de guerras, ¿cómo ve este eterno tema de la ausencia de armonía entre los humanos?
–La alienación, esta ausencia de armonía será más acuciante con el tiempo. Desaparecerán las familias y los pueblos, se debilitaran las tradiciones y se individualizará tanto la sociedad que seremos entes aislados, sin relaciones ni conexiones de ningún tipo. Entonces, será preciso sustituir régimenes totalitarios por redes de pequeñas comunidades sociales.

–A la luz de su experiencia, ¿qué consejo le daría a un joven escritor?
–Me gustaría decirles que hablaran del camino tras haberlo recorrido más de diez años, que no se encerraran en sí mismos, que supieran imaginar y llorar por otros. Que recordasen que un poeta es un animal con alma que vive añorando al desconocido que habita en el Oriente o en el Occidente más extremos.

–¿Cuál es el mensaje de su poesía?
–No quiero limitarme a ser un personaje del pasado. Aspiro a ser alguien que escribe siempre por primera vez, aunque sean tenues sombras de un pasado remoto. Mi presente no es lo que media entre el ayer y el hoy, sino la fusión de ambos. Mi poesía debe estar proyectada hacia el exterior incluso de un único tema. Yo soy plural, puesto que “Ko Un” es al mismo tiempo múltiples “Ko Uns”. Todos ellos, morirán, pero que conste que yo no soy un ladrón sino un mendigo, un don nadie que le mendiga unas cuantas palabras a la realidad y al universo.
COLINAS, Antonio

Del lirismo al compromiso
Fundir, de manera convincente, el agitado presente con la sabiduría de la tradición ha sido uno de los retos de los poetas y, particularmente, de los orientales. El coreano Ko Un (Kunsan, 1933) es un ejemplo de esa experiencia del ser y del testimoniar poéticamente. Niño precoz en el aprendizaje de los textos clásicos chinos; monje budista durante diez años, tras la guerra civil; luchador en favor de los derechos humanos y contra la dictadura del presidente Park; condenado a cadena perpetua y liberado; casado con la profesora de literatura inglesa Sang-Wha Lee, con la que tiene una hija; autor de más de un centenar de libros; amigo del budismo y luchador en favor de la paz… Éstos son hitos esenciales de la vida de este poeta.

El resultado final ha sido una obra convulsa y llena de tonalidades, que va del extremado lirismo al compromiso, de la tradición al lenguaje arriesgado (que él ofrece de manera originalísima, inolvidable, en sus recitales). En español disponemos de dos obras que muestran este mensaje extremado: su antología Fuente en llamas y Ananda. 100 poemas zen. Hoy es considerado por los suyos el “Poeta Nacional de Corea”. Su país tiene en él a su conciencia poética, ahondada en las raíces de su infancia. “Estas montañas, tan verdes y tan agudas, me recuerdan las de mi infancia, cuando yo iba por los bosques con mi abuela a recoger leña…”, me dijo una vez en Colombia. Él había venido a ese país a propagar la poesía como mensaje perenne de belleza, compromiso y paz, pero no olvidaba las raíces que han nutrido su vida y su obra. A. COLINAS


http://www.elcultural.es/historico_articulo.asp?c=19758

sábado, 23 de mayo de 2009

Raúl Gómez Jattin, poeta colombiano (Cartagena de Indias, 1945-1997).


La Soledad De Gómez Jattin de Raúl Gómez Jattin



No sé dónde arderás ahora corazón mío
Necesito entregarte siempre como esclavo Pobre de ti
Es urgente que enfermes otra vez y otra vez

Qué voy a hacer contigo ahí desocupado
como estúpida biología Vamos deshazte
de tu pesadumbre y emprende vuelo

¿Qué te sugiere el momento? ¿Te gusta esa mirada
envejecida pero atenta de tu buena sobrina?
Ve y háblale de cuando lloró sin motivo
O cuando de la risa se orinó en los calzones

O mejor recorre un campo y siembra un árbol suntuario
O llévate cordel y una navaja
y construye un barrilete y eleva con él tu soledad hasta las nubes

No No queremos los dos amigo mío hacer nada de eso
Queremos acostarnos otra vez sobre su vientre
Pero esos tiempos han pasado Su cuerpo y su deseo
deambulan entre cines y bares de la urbe
enfebrecidos detrás de otros cuerpos y otros deseos
Y eso está bien Es su vida sin nosotros
Tiene derecho también a un placer libre
Allí está sola la luna y no se muere Solo está el viento
Tú me tiene a mí
Y a Nuestra Señora La Soledad de Gómez Jattin


ISABEL



Isabel


Caminando jovencísima

Por una calle de Rubio,

Su mínima y grandiosa estatura.

Iba Isabel.


Detrás de unos espejuelos

Que escondían su vivaz visión:

Pequeños y valientes

Ojillos de bravura.


Después ya en Catia,

Muy baja de estatura su enorme humanidad.

Camina con niños en las manos.

Aniñada/ inmensa en la ternura,

Implacable.


Isabel mira

(Y sin embargo, Pablo Emilio).

En las callejuelas de Los Flores de Catia

Llenos de bares, mercadillos y emigrantes sin maldad.


Soledad, Ramón, Pedro, Alfonso,

Celina, Teresa, Esther, Hilda,

Jesús,

Todavía joven.


Ya anciana

Mérida, la ciudad de las naranjas agrias

(Y sin embargo Carlos Eduardo),

Estallan su inconmensurable amor de amapola salvaje,

De mil batallas como una gata enojada en los techos,

Cuando tenía que arañar.

Provocadora cuando había que provocar.


Vida de los humildes.


Disculpa el olvido,

Solo quería que supieras que te amé.










De retrato en familia, Pablo Emilio Cárdenas 

martes, 19 de mayo de 2009

ADIOS POETA, NOS VEMOS LUEGO Y VICEVERSA.



Pasatiempo


Cuando éramos niños 
los viejos tenían como treinta 
un charco era un océano 
la muerte lisa y llana 
no existía.  

Luego cuando muchachos 
los viejos eran gente de cuarenta 
un estanque un océano 
la muerte solamente 
una palabra.
  
Ya cuando nos casamos
 los ancianos estaban en cincuenta
 un lago era un océano 
la muerte era la muerte 
de los otros.  

Ahora veteranos 
ya le dimos alcance a la verdad 
el océano es por fin el océano 
pero la muerte empieza a ser 
la nuestra.

MARIO BENEDETTI

domingo, 17 de mayo de 2009

Bernardo Briceño Monzillo



Se ha ido como un aguacero
Bernardo Briceño.
Pero todavía llueve
En mi corazón
¿Qué es un maestro?
¿Acaso es un prestidigitador?
¿Qué es un técnico?
¿Acaso es un poeta extraviado?
¿Qué es un hombre de ideas?
¿Acaso un radiante cometa?

Cosmonauta
Astronauta
Argonauta
Capitán del Nautilus

Fue un aguacero ininterrumpido
Inminente
Fecundo

Todavía el corazón
Está húmedo

Una decisión inteligente 
Simón Alberto Consalvi

Domingo, 26 de abril de 2009

Los periódicos de la ciudad han informado que el busto de Rómulo Gallegos colocado en los exteriores del Palacio de Miraflores fue removido, enviado al desván, y en su lugar colocado el del general Cipriano Castro. Me parece una decisión inteligente y, ruego que la palabra no suscite extrañezas. Quizás no sea un agravio al novelista, quizás sea una consideración especial. Créalo o no.

Gallegos, fundido en bronce, era un símbolo ajeno al paisaje palaciego de los tiempos que corren. Los símbolos son cuestión de épocas, de creencias y de principios. Son símbolos también de respeto, de coincidencias profundas, de ejemplo. Como tal, Rómulo Gallegos no solo era ajeno al paisaje, sino adverso, incómodo, indeseable. ¿Qué hacía allí el novelista, solitario, mal visto, incompatible, considerado como un intruso? Enhorabuena. El bronce de su retrato probablemente haya sido fundido para otros destinos, como hacer balas, por ejemplo.

Gallegos es el símbolo venezolano de la civilidad. Por consiguiente, su lugar no estaba en el Palacio de Miraflores.

Gallegos es el símbolo venezolano de la inteligencia. Por consiguiente, su lugar no estaba en el Palacio de Miraflores.

Gallegos es el símbolo venezolano de la tolerancia. Por consiguiente, su lugar no estaba en el Palacio de Miraflores.

Gallegos es el símbolo venezolano de la creación. Por consiguiente, su lugar no estaba en el Palacio de Miraflores.

Gallegos es el símbolo venezolano de la concordia. Por consiguiente, su lugar no estaba en el Palacio de Miraflores.

Desde el lugar donde esté, no en el bronce simbólico sino en el espíritu, el escritor no debe alarmarse con las jugadas de Ño Pernalete. En el hato de El miedo conspiran Pernalete y Melquiades Gamarra, los Mondragones y Balbino Paiva. Estos personajes eran otra clase de símbolos, no los de la emulación y del ejemplo, como el modestísimo busto de bronce de Miraflores, sino sus antípodas. Los símbolos negativos. El escritor lo definió en su conferencia “La pura mujer sobre la tierra”, dictada en la ciudad de La Habana, en 1949, antes de que el golpe de Estado de “un sargento llamado Batista” lo lanzara a otro exilio. Dijo:

“¿Símbolo? Sí. De cuanto entonces era predominio de barbarie y de violencia de mi país. La codicia y la crueldad campando por sus fueros; el espaldero siniestro, y no uno sino todo un ejército que otra función no tenía; los Mondragones… que hacían ceder los principios ante el empuje de apetitos arbitrarios y ponía las limitaciones de las leyes donde lo quisieran las ganas del poderoso; el Balbino bribón, el Míster Danger aprovechador; el Pernalete autoritario y bruto y el infeliz Mujiquita, encargado de prestarle intelectualidad a todas las apetencias del Jefe: Sí, mi general. Sí, mi general”.

Doña Bárbara fue editada en España en 1929. El ensayista Mariano Picón- Salas escribió: “Es el libro en que mejor cabe, hecho símbolo, la tragedia que vivía Venezuela. Doña Bárbara es el instinto puro y devorador que consume toda construcción, todo orden de la inteligencia y de la cultura. Ella se yergue ardorosa y terrible en su voluntad de barbarie”. Al cabo de 80 años, Pernalete y Melquiades Gamarra, los Mondragones y Balbino Paiva confabulan contra el novelista, y Mujiquita vuelve a prestar “su intelectualidad”.

No cabe duda, ¿qué mejor celebración de los 80 años de Doña Bárbara que ésta de enviar su busto palaciego al desván o fundido su bronce para otros apremios? Bien estará allá don Cipriano que también es un símbolo, el que representa de manera fiel a quienes así lo exaltan. En su espejo se miran, y en sus arrebatos se inspiran. Poco después del derrocamiento de Castro por su compadre Gómez, el joven Rómulo Gallegos escribió en la revista La Alborada, en marzo de 1909, lo siguiente en un artículo llamado “Los poderes”. Leamos:

“La experiencia nos acaba de enseñar otra vez, cómo fue de fatales consecuencias para el país, aquella atribución omnímoda que se arrogó el ex presidente Castro, de legislador y juez supremo, creando leyes que a él solo le favorecieran, administrando justicia según su propia conveniencia. Y Castros habrá mientras el presidente de la República no vea en torno suyo más que hombres dispuestos a todas las transacciones… (…) y, -es necesario decirlo-, bondad será de quien ejerza el Ejecutivo reconocer en los otros una soberanía que hasta ahora no han tenido”.

La revista La Alborada fue clausurada poco después por órdenes tal vez no de Gómez sino de los Mujiquitas que ya le prestaban “su intelectualidad”, y vislumbraban en los escritores veinteañeros una amenaza para la dictadura naciente. Un siglo después, Rómulo Gallegos vuelve a ser prohibido. Saludemos la decisión inteligente, sagaz, precavida, de expulsarlo del palacio de Miraflores. Era el más incómodo de los testigos.

“Y Castros habrá…”


http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/3514404.asp


Exaltación del color



Alumbrado del impacto visual, desde

Una señal inequívoca de vida.

Exaltación.

Colores exaltados, eso está.

Con un contenido profundamente humano,

Conmovedor y obstinado.

Con mi poco entendimiento debo afirmar:

Lo que me produce estupor

Me lleva a un significado

Y a esa vivencia de los colores,

Eso escandalosamente vivo, que

Produce la posibilidad de auscultar,

Oír la respiración del instante.

De sentir su propia mirada.


La belleza nos conmueve,

Es parte del ideal de felicidad

Que nos merecemos.

Una belleza infinita puesta

En las luces de la noche, está

En la sencillez de la oscuridad

Y en la capacidad de brillo del día.

La esencia de tu mirada efectiva.


Lo esencial,

Lo humano y lo afectivo,

Que siempre será luminoso,

En el huracan del corazón.



AÑOS




Veo como nace

Una cana

En mi mejilla


Blanca

Erguida

Perfecta

Obsesa


Absolutamente vertical

jueves, 14 de mayo de 2009

TIERRA DE NARANJALES




Amo la tierra verde

Altoandina

De mi país.

Siempre con una

Llamarada

Encendida

De colores y aguas.


Donde Francisco dijo:

Aquí me quedo,

Y dejó su humanidad

De carne y hueso.


Esa tierra

Que es un complot

De cantos, amapolas y lagartos.


Allí queda enunciada

A gritos

La potencia de la mano

De aquél que dispersa

A los soberbios

De corazón

Y enaltece a los humildes.

Con valles sembrados de palabras.

Pueblos y ciudades entre ríos,

Matorrales y naranjos. 

pablo emilio cárdenas






Aliento



Cada color se expande y se posa en los otros colores.
Para ser más de lo que es, sólo si se le mira.

Giusepe Ungaretti



En esta arboleda verde de tristezas

He podido escuchar

-Inclusive-

Tu gran canto

Silvestre.


Inclusive;


El largo viento que exhalas cuando callas,

Tu alarido errante de colores.


Tu aliento cálido.


Siempre seré

El pájaro herido.

El murmullo errante de cristal

De tu labio,

Donde soy un capitán

Sin timón,

Sin barco.

pablo emilio cárdenas

AMAPOLAS Y AZULES... A propósito de Michel Martinet



AMAPOLAS Y AZULES

Sobre el lienzo en que el alba insensible se inicia,... Paul Valery

En la noche de otoño

El océano arrastra

La Luna

Desde la carretera

Del sur de Tenerife.


Mira como un

Carmín

Cae rojo, escarlata,

Amarillo,

Verde inundándome el globo ocular

Entre Playa Paraíso

Y Callao Salvaje;

Mientras el azul

Atlántico desvela el cielo

Sobre La Gomera.


En tanto Martinet

Voltea colores sobre

Paredes, lienzos,

Cartones rústicos,

Maderas, esculturas...

Navíos. Transparencias.


Pero, nunca

Es abstracto

El canto de colores

Cuando la ilusión

Se torna física en tu mirada.

Se fija en los ocelos.


También puede

Caer el sol, la tarde

Y Simone a su lado

Solventa cualquier tristeza

En tierra insular.


No basta la noche

Para inundar pupilas

Solo un pincel y,

Una mano que desliza.

Pablo Emilio Cárdenas