a mis hermanos
La cabalgata más extraña
de jinetes salpicados de mar
de jinetes salpicados de mar
Gelindo Calligaro Casasola
Poblados de corceles callados. Jardín de la 41, San Francisco.
La calle. El parque Tibisay.
Bajo la brisa un río, el gran río Albarregas.
Ruidos de colibrí, cayenas, pinos, rosas, verdes y pomarrosas.
Estampidas de pájaros
y un perro sobre un muro.
Esa calle es de estrellas y cielo enamorado.
Cuando era niño: era Mérida.
Una ciudad tremenda:
un útero,
un latido,
un adverbio encendido
de jóvenes radiantes;
con música en las calles,
poetas y pintores.
Papá salvaba vidas, mamá endulzaba vida
y todo era de esferas,
las casas, la concordia, personas, personajes,
los ríos, las quebradas.
Ciudad de las naranjas,
Gelindo Casasola. Calligaro el poeta.
Después me llegó un Julio que nació en un septiembre,
Después me llegó Pablo, un fuego en un noviembre,
la cúspide de amor que inspiran nuestros hijos,
tu pie fundamental, tus ojos, tu mirada.
Después vi eterna a Tenerife,
isla indómita brusca, el sur de las tababaibas, dragos, higos y cáctus,
las cabras, matorrales, con las brisas azules
y sombras de la Luna.
Estoy sediento aquí,
entre dos aguas atlánticas pobladas de cristales.
El Sol se acuesta al fin
trayendo las ausencias.
Compartir esas calles, esos Parques, ver a tu Julio en Septiembre y a Mipablo en Noviembre...Estar contigo y vice versa y ser más chiquita para que me pudieras enseñar tantas cosas...Que bendición
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