El alazán vuela sobre arenas;
carga toda la sensualidad
de tu carcañal limpio, rosa,
desnudo y oceánico;
que despunta
delante de las ancas.
Donde galopas grandiosa.
Eterna.
Es un éter que me aplicas despacio,
femenino, dulcísimo.
Fragante,
glorioso.
Me persigue en mi bitácora,
me revuelve los sentidos.
Me aturde con sus silencios,
su figura y danza suave.
Qué grande la esperanza del encuentro,
qué grande la pupila del caballo.
Qué inmensa tu mirada parda oscura.
Tu hermoso fondo de ojo.
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