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sábado, 24 de julio de 2010

22 de enero de 2006, a propósito de la ausencia



A tía Carmen, a Carmita
Con un inmenso:
“Tengo ganas
De verlo"
El tío Manuel
Se refería
A su cuñado Pedro

Era el gran tamaño
De una amistad
De rocas sin quebradas

Desde Taucho, Tijoco Alto
El sur de Tenerife
Al cruce del Atlántico
A la sombra del Teide

Allí en tierra de Venezuela
Pedro se quedó y sembró
Descendencia
Trascendencia
Gratitud
Y honradez
-Toda una cátedra
De esto último-

Mirada insular profunda
En tierra firme

Ayer se fue Manuel
Con su “tengo ganas de verlo”
-A pocos días de un retorno temporal de Pedro-
En la comisura de los labios

Desechando el “me da igual”
O el “él que se busque la vida”
Prepotente y peninsular

¡Qué grande es el afecto!
¡Qué grande el “no te vayas”!

Ahora no están muchos
Y tengo ganas de abrazarlos


miércoles, 21 de julio de 2010

siempre la cobardía es el mayor obstáculo de la alegría humana ... Naguib Mahfuz, Dialogadas



Intenta el vuelo

Acostumbra tu cuaderno
De bitácora
A la posibilidad
De las alas

No te dejes
Acorralar
En los horizontes

Han sido puestos
Allí
Para cultivar la noche
En el día
El día
En la noche

Nadie ha pedido
Que oscurezcas

Nadie estará pendiente
Si te escondes
En la sombra
-entonces-
Sigue la luz
Hasta la insolación

Pero no olvides
Tus compañeros y
Ama al que está
A tu lado
Pregúntale su nombre
Átalo a tu ser

Ignora al que te maldice

jueves, 15 de julio de 2010

NO HAY MÁS EN ESTE MUNDO QUE ISLA CIELO Y MAR: ARTURO MACCANTI, POÉTICA DE LA INSULARIDAD.





Mi amigo del alma el artista plástico Michel Martinet, hace como 4 años, me invitó a un evento en una imprenta cerca de La Laguna. Era un performance con un nombre de algo como “Pajaritas...”, el nombre exacto del espectáculo no lo recuerdo ahora lamentablemente. El caso es que había mucha astucia, simbología y poética, origamis (papiroflexia) en forma de pájaros volando por todo el espacio y música en vivo. Ya casi al final del espacio un señor solemne pero particular leía un poema: Amor o nada. Era el gran poeta gran canario Arturo Maccanti. De ascendencia italiana pero canario hasta los tuétanos, este escritor considerado uno de los grandes poetas vivos de España proclamaba:

Os hablo de la luz de esta jornada,
Una mano de amor sobre este hombro,
Del corto corazón ante el asombro
De verse la tristeza derrotada.

Os digo, por la herida en que no nombro
Y por esta esperanza desvelada,
Que el hombre es sólo amor antes que nada,
Antes de que regrese a ser escombro.

Os digo que la vida es cordillera:
Cada uno alcanza a su manera,
Y que es más triste quedarse en la estacada.

Es muy triste quedarse –como un río
Sin agua- sin amor, solo y vacío,
Porque el hombre es amor, amor o nada.” Arturo Maccanti, Amor o nada.

O sea. Ese día tuve la posibilidad real de abrazar a un gran poeta. Una humanidad de carne y huesos y Ungarettis, Montales, García Cabreras, Nerudas, Quasimodos etc. O sea. Nada más y nada menos que Maccanti de carne y hueso. Después de muchos vinos y alegrías procesé ese momento. Y leí más de él. Poesía y más poesía. Y me maravilló su forma de interpretar la insularidad como si viviera en tierra firme lleno de ríos y montañas. Y descubrí que el océano, de la mano de Arturo Maccanti, es un espacio mayor. Y las islas espacios infinitos llenos de luz. Mucha luz. Y la vida son las alegrías y los lugares y los amigos y ese eterno “no se qué que queda balbuciendo” que predicaba San Juan de la Cruz, que la vida es como poesía, como nos sugiere constantemente Maccanti: “No, no. Yo soy lo que soy porque me he codeado con los demás y los demás me producen roces buenos y rasguños. Se quedan las cicatrices, pero también se curan. También te producen alegrías. Yo creo que la peor situación que hay es la de Robinson Crusoe, sólo en una isla hasta que aparece Viernes. En ese momento empieza a ser una persona”. . . Dixit. Geometrías y alumbramientos perennes. Y es que las personas olvidamos la inimaginable eternidad de las palabras, las expresiones, los cantos, los versos. Los colores. Los afectos a todo. Hasta en las islas.

EN LA ISLA “aunque la sangre hierva/ acostumbrada a guerras”/ --que decía/ en labios de Bencomo,/ Don Antonio de Viana—/ Hay momentos del día/ Que amo la sombra, cierro la ventana/ Y me dejo vencer por la desgana,/ Por el alcohol/ O la melancolía… Arturo Maccanti

Pero qué grande es usted poeta.
Arturo Maccanti, Gran Canaria 1934. Estudia Derecho en Salamanca. En 1951 se traslada a vivir a la Isla de Tenerife. Ha sido traductor de Giussepe Ungaretti, Eugenio Montale y Salvatore Quasimodo. Tiene varios títulos publicados y ha recibido entre otros premios el Premio Canarias de literatura en el 2003.